Legisladores, Vergüenza Deberían Tener
Cuando los
legisladores de un país aprueban el aumento de las penas a menores de edad como
mecanismo disuasivo de la delincuencia estamos ante políticos incapaces de
asumir sus responsabilidades con ética y coraje.
La aprobación la
semana pasada por la Cámara de Diputados de un aumento de las penas máximas de
3 a 10 años de reclusión a menores que delinquen en edades entre 13 y 15 años,
y de 5 a 15 para los de 16 a 18 años, es un acto de irresponsabilidad política,
aunque lo aplauda la mayoría de la población, que con justa razón, se siente
aterrada por la delincuencia.
Durante largo
tiempo se ha debatido en muchas sociedades el papel de la pena en el combate a
la criminalidad. Muchos han creído que al aumentar las penas, los delincuentes
potenciales desistirán por miedo a una larga condena.
La evidencia
científica es inconclusa porque nunca se ha podido aislar la magnitud de la
pena de otras condiciones. Por ejemplo, la disminución de la delincuencia en
Estados Unidos en la década de 1990, donde se ha cacareado que fue por más
encarcelamientos y mayores penas, se produjo en medio de prosperidad económica,
del uso de nuevas tecnologías de investigación policial y el envejecimiento de
la población. Además, Estados Unidos es el país con más presos per cápita en el
mundo.
Volviendo al caso
dominicano y a los menores, es cierto que muchos niños y jóvenes, sobre todo de
familias de bajos ingresos, están insertos en la delincuencia, fenómeno que se
ha agudizado por el avance del narco y del micro-tráfico.
Pero
independientemente de la capacidad que hayan desarrollado para delinquir, la
investigación sicológica indica que los menores de edad tienen menor desarrollo
cognitivo para establecer la relación entre acción y peligro. Por eso muchas
veces los jóvenes incurren en acciones que a los adultos les parecen
descabelladas o aberrantes.
Pensemos en estas
preguntas: ¿tiene un niño dominicano de 14 años conocimiento del Código del
Menor? ¿Es su predisposición racional discernir que si mata para robar le
pondrán 10 años de cárcel en vez de tres? ¿Lo piensa cuando se involucra en una
ganga criminal para obtener dinero y poder? Probablemente la respuesta a todas
estas preguntas sea un no, y por eso, el argumento de que mayores penas a los
menores será un disuasivo tiene un débil sustento.
Asumamos por un
instante que los niños y jóvenes delincuentes tienen una racionalidad altamente
desarrollada. Si así fuera, entonces pensarán que si caen presos encontrarán la
forma de salir de la cárcel antes de cumplir la condena como hacen otros. Ahí
tampoco actuaría como disuasivo la magnitud de la pena.
Si la cárcel se
concibe como rehabilitación, no sólo castigo, ¿cuánto tiempo se necesita para
rehabilitar un menor de edad: un año, tres, cinco o diez? Y si el objetivo no
es rehabilitación, ¿qué hará la sociedad dominicana con esos niños y jóvenes
cuando salgan de la cárcel?
Antes de enviar
muchos niños y jóvenes presos por muchos años por sus actos delictivos, que sin
duda son nocivos, deberían primero ir presos los adultos responsables de no
haber invertido lo suficiente en la educación pública para ofrecer
oportunidades de desarrollo a la niñez y la juventud dominicana, los responsables
del auge del narco y del micro-tráfico, y los responsables de no haber forjado
una economía con más y mejores empleos.
Vergüenza deberían
tener los legisladores de establecer mayores condenas a menores, en vez de
legislar para mejorar las condiciones de vida en la sociedad dominicana.
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